sábado, 30 de enero de 2010

Luna


Esta es la noche más grande y más pequeña que puedo llegar a tener. Es posible. Porque podría ser nuestro último momento juntos.

La luna me mira, diariamente, pues sí, también está en el día y es hermosa, solo que no sé si tanto como vos. Y en esta noche siento que pueden pasar muchas cosas, porque puede ser la última, o el inicio de miles y miles de noches más.

Nubes se proyectan sobre mi, que entropía que me envuelve nuevamente, y a la vez la utopía de soñar que es posible seguir, que es posible no tropezar, no de la forma que se cruza en mi mente. Ya me he equivocado varias veces y no había aprendido lo suficiente. Ahora sí. Porque está el temor de perderte, y el temor de la soledad regresando con un manto de noche oscura, sin luna.

Sin Luna. ¿Que será de las noches grises donde ni las estrellas brillan? Dicen que no existe ese momento, que las estrellas brillarán con más fuerza cuando la luna no opaque con el reflejo de su luz el brillo propio de las estrellas, que a miles de años luz contemplan con mayor espectativa la obra maestra de Dios.

Dios. Como humano que soy pido por mi. Eres Amor.

Nubes que pasán, y tengo temor. Pero confio en la utopía de las miles de noches más, que sí se da, disipará la entropía que me envuelve, y lentamente caminaré nuevamente mirando la utopía en el horizonte y caminando junto a ti bajo las estrellas que verán cuanto siento por vos. Caminando frente a Dios, que verá como el Amor va más allá de lo biológico humano que nos envuelve.

Caminando. Caminando. Caminando.

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