jueves, 22 de abril de 2010

Donde


Hay momentos en que el frío se expande. No, no es ese frío del llamado "tiempo" o "clima", a pesar que tiende a hacerme sentir así. ¿Cómo? Como si el frío de la soledad se expandiera por mi cuerpo.

Siento las ansias de poder abrazarte en algún momento, de poder combatir esa inexistencia entrópica que cubre lo que no quiero que exista. Ese punto en donde se da un juego de soledad y tristeza. Como me gustaría combatir el frío que cubre mi cuerpo, como me gustaría compartir los momentos de ser feliz, como me gustaría llegar a encontrarte, a amarte. Y sin embargo debo aceptar que desear no es poder, porque no puedo tenerte.

¿Por qué no puedo encontrarte? ¿Por qué no puedo llegar a crecer con vos? ¿A compartir cosas?.

Y aquí siento el vacío que cubre mi ser, que eleva sus heladas e hirientes caricias para pasar por el rostro de mi alma, que aún desea ser besada, acariciada, tomada en cuenta. Es ese vacío, que recorre mi mente en este momento, el que me inhibe a lograr el anhelado sueño de poder sentirte a mi lado, con tu piel rosándome, con tus labios encima de los míos. Y me llena de dolor no poder sentir como mis labios mueren en los tuyos, y como mis caricias tienen al fin algún sentido, como mis sonrisas tienen un fin, como mi amor tiene destino.

Pero sigo esperando, entre lágrimas y algunas felicidades que solo se dan en otro ámbito, menos el del amor. Porque tu no estás, y, lamentablemente, creo que así seguirá. Triste destino de mi alma el vivir la soledad, y triste destino mio si llegara a ser para siempre.