sábado, 13 de febrero de 2010

Volver


¿Como seguir cuando uno vuelve a caer?. Tantas veces se cae, que al final uno ya se desanima, y sí, no se anima a nada más. Origen de todas las entrópicas desconfianzas de los corazones humanos. Cronopio alto del ser.

Ya no me pregunto el porque todos son iguales, porque no es así. Me demostraste que no eres como el resto de las personas, pero...¿Por qué cometen todos los mismos errores?. Debe ser que uno, con sus características de personalidad, siempre atrae a la gente que se equivoca de la misma forma. Divina desgracia del caer una y otra vez.

Una y otra vez. Una y otra vez.

Me desespero mirando en que momento me escribes, porque ahora resulta ser que tras el error el equivocado soy yo, y el ofendido eres vos. ¡¡Que reino del revés que se cierne sobre mi!! Divina desgracia de ser una y otra vez yo mismo. Ese mismo idiota que te busca, ese mismo idiota que se culpa, ese mismo idiota que se vuelve a ilusionar y a pensar que es posible que los sueños de estar con alguien dejarán en un momento de ser la utopía de un espejismo dibujado en el fondo de mis pensamientos.

Idiota. Idiota. Idiota.

Y aquí me tienes, en la penumbra de la soledad que nuevamente me abraza con sus suaves mantos de negrura, mientras mis lagrimas caen a través de las sábanas que una vez vieron tu cuerpo desnudo fundirse con el mio.

Y recuerdo, cada momento, cada detalle, cada palpitación. Y siento que muy dentro mio algo sabe que no estaré otra vez contigo, por más que la mente se engañe tratando de pensar que todo pasará, y que el corazón volverá a reir nuevamente, como lo hizo en el ayer.

Aquí me tienes, tendido sobre los restos secos de la tristeza, recuerdo los planes, y recuerdo los hechos.

martes, 9 de febrero de 2010

Desconfianza


Los latidos suenen una vez más. La entropía de pensar en vos se renueva. ¿Por qué los corazones suelen ser tan desconfiados?.

Hay heridas que no sanan, que ni el tiempo pueden curar. Y ahí está la genesis entrópica del comienzo de mi propia desconfianza, porque no es de vos de quien desconfio, sino de mi. Y no es que no me crea lo suficiente, sino que la soledad me ha invadido un sin fin de veces cada vez que se ha alejado eso que tanto he deseado.

Deseos. Deseos.

Como desearía abrazarte, fuertemente, en este momento. Poder sentir tus labios morir sobre los mios. Morir ahí, en la esperanza de que te tengo y de que te tendré nuevamente al otro día, y sino es posible, al otro. Pero saber que estás conmigo, por más que la presencia física no figure, es saber que no te has ido, que no me borraste de tu mente, que no me ha olvidado tu corazón. Es saber que el fantasma claro de la soledad aún no vuelve (mientras mi corazón espera que siga así).

Y al otro día, si no te veo, volver a luchar para alejar esos pensamientos inverbes que solo complican lo que somos. Lucho por seguir. Porque es claro lo que siento por ti.

Que locura que seamos tan desconfiados, pero hay dolores que nos llevan a ser así. Y, hay Señor, si no han sido muchos. ¡¡¡Pobre humanidad que hemos sufrido tanto!!!. Pero volverán las antiguas esperanzas de continuar creyendo que alguién, en algún lugar, nos espera para no traicionar la confianza depositada, la esperanza entregada, la ilusión vivida.

Pero no es momento de pensar en eso. Sino de pensar en ti, pero con la alegría de saber que aún estás, y que aún mi corazón puede seguir alimentando los sentimientos mas sinceros por ti.