martes, 25 de mayo de 2010

Uno


A veces me pregunto por qué es tan difícil creen en uno mismo. Si claro, hablo de mi persona. ¿Le pasará a todo el mundo? Quién sabe, ¿no?.

Pero en lo que respecta a mi mismo, sí lo sé. Y a veces siento como un espiral vacío de sentido gira hacia a mi, llenándome de la nada absoluta, más que de contenido real. Porque hay cosas, pensamientos, en mi cabeza, pero no son los mejores. Durante un momento me olvido, se van, se esfuman, se ocultan tras miles de cosas y hechos que llenan mi vida de energía que tal vez es positiva, pero que al menos no me deprime, pero después, oh dios! ese después!, mi mente divaga por tratar de recobrar aquello que se supone que es el autoestima.

Y ahí vuelven las ganas de romper espejos. Y las ganas de sentirme bajo. En parte es algo de masoquismo. Lo sé. Se está bien, y de golpe se está mal. ¿Acaso buscaré estar mal?. No lo sé, pero en el fondo siento que sí. Sucede cada vez que me preguntan como he estado con "ese tema". Y siempre es lo mismo...."bieeeeeeeeeeeeennnnnnnnnnnn, que se yo". Retorna en ese momento el sentimiento de inferioridad que crece en mi mente respecto a lo que soy por fuera.

Hay maldita belleza. Maldita seas. Sí, eres maldita, porque se que en mi no existes. Sé que hay muchas formas de concebirte, y no tengo dudas de que tal vez en mi interior, en aquello que se llama personalidad, existas. Pero en lo externo, en lo que se ve diariamente, dudo.

Y ahí vuelven las ganas de romper espejos. Y desearía nunca haber sufrido los gritos de la niñez, las burlas de la adolescencia temprana, y los rechazos de la adolescencia tardía. Tal vez así, en mi plena juventud, ahora, no estaría pasando por lo que paso. No me vería como el ultimo eslabón de una cadena de va de lo bello a lo feo.

Ya pasará. Creo. O al menos quiero creer eso.

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